No sé cuántas veces he deseado este momento. No sé de cuántas formas lo he
buscado. No recuerdo ya la última vez que me imaginé viviendo fuera de España.
Desde que tenía dieciséis años e hice mi primer viaje sola al extranjero
(Francia) con otro grupo de españoles, me di cuenta que esa era la verdadera
esencia de la vida, the purpose of life:
«To see the world, things dangerous to come to, to see behind walls, draw closer, to find each other and TO FEEL.»
Siete años han pasado ya de eso. Y muchos, muchos viajes desde entonces y
mucha, mucha gente conocida, alguna inolvidable, que me ha acompañado en
experiencias y aventuras que jamás olvidaré. Ahora que es seguro, ahora que sé
que me voy a vivir al extranjero, me acuerdo enormemente de El viajero
del siglo, novela de Andrés Neuman, pues como aquel peregrino me he sentido
yo en mi ciudad, Granada:
«Aquí la luz es vieja, le cuesta salir. Qué encierro. Qué impotencia. Qué tranquilidad. Qué descanso.»
Una mezcla de inquietud y comodidad me aprieta y apretaba antes y después
de enterarme que iría a trabajar al extranjero. Pero aquí estamos. Ya es
oficial. En unos días me mudo a Nitra (Eslovaquia), para que os ubiquéis:
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Es la ciudad más grande de la Eslovaquia occidental, de gran
importancia histórica, situada al pie de una montaña y en el valle del río
Nitra.
Con el ánimo de aprovechar al máximo los cinco meses en esta
ciudad, decidí buscar piso y he tenido tanta suerte (espero seguir opinando lo
mismo a mi regreso), que voy a vivir con eslovacos. Pobre de mí, intuyo, que
espero poder hablar algo de este idioma. Me alegré al saber que si aprendía
algo en eslovaco, sería muy parecido al checo y al polaco. Pero está claro:
fácil no va a ser. Ya he creado mi tabla de vocabulario básico eslovaco que me
ayudará los primeros días y que, aunque deseo que no sea así, seguramente sea
lo último que aprenda. Palabras como hola, adiós, gracias, de nada, lo siento o buenos días fueron todo un descubrimiento para mí. Además, lo bueno de intentar aprender eslovaco, que parece a simple vista impronunciable, es la asociación que podemos hacer de él con conocimientos previos. Hagamos prueba de ello. Hola es ahoj, y su pronunciación es como las galletas Ahoy.
Adiós es čau pero su pronunciación es como el ciao italiano.
Además, el parecido con el inglés y el español también lo podemos encontrar en
palabras como autobús → autobus, vino → víno, ensalada → šalát.
Luego tenemos palabras EXTREMADAMENTE impronunciables como jueves → štvrtok.
Y después está el intento de aprender el
idioma cual eslovaco, entendiendo la diferencia entre dobré ráno y dobrý
deň… porque la salida del sol marca la diferencia… y más en países como
este, donde a las seis de la mañana hace más sol que un catorce de agosto a las
cuatro de la tarde en Sevilla.
Como decía, este idioma puede parecerse mucho al checo, al polaco
o incluso al ruso, de hecho, se parecen. No olvidaré ninguna de estas lenguas,
sobre todo a la hora de comprar comida preparada en el supermercado: las
instrucciones no están en ningún otro idioma. Es gracioso, porque para los
polacos, la lengua checa se parece a cuando los niños están aprendiendo a
hablar (absténganse a leer este blog checos arios que sepan español).