sábado, 15 de octubre de 2016

El viaje a Polonia (2)

No puedo más que agachar la cabeza y avergonzarme por haber abandonado tanto tiempo el blog y, en consecuencia, por dejar de contar lo que sigue sucediendo a más de 2.000 kilómetros de mis castellanas tierras. Ante todo, un arrebato de sinceridad: “Narcos” me atrapó y mi tiempo libre se acabó reduciendo en querer consumir de forma ferozmente capitalista dos temporadas en menos de un mes. Es decir, unas 40 horas frente a la pantalla del ordenador escuchando: gonorrea, malparido, jueputa y un sinfín de formas de insultar dulcemente. No sé qué me dio, sentía a Pablo Escobar Gaviria detrás de mí diciéndome: "o ves la serie, o plomo". 

Pero he levantado la cabeza y la he despegado del ordenador para algo mucho más productivo: continuar con el blog, pues la ausencia ha tenido que traer algo bueno y, efectivamente, ahora tengo cosas mucho más sustanciosas que contar. Así que espero no decepcionaros. 

Esta entrada se la dedico a la primera persona que ha venido desde España a verme: mi amiga M. M., con la que compartí una fabulosa experiencia en Polonia, esta vez en el sur: el destino era Cracovia. 


Vamos a viajar casi un mes atrás: concretamente a principios del mes de septiembre. M.M. decide venir a verme a mí, a Nitra, a los españoles de Nitra y todas las capitales europeas que la rodean: Viena, Bratislava, Praga y Budapest. ¿Os podéis imaginar esto en una semana? Añadiéndole nuestro encuentro en Cracovia, claro. Sin duda, cuando uno puede y tiene ganas de algo, no hay más que ir a Decathlon, comprar la mochila que más de media Europa adquiere para los viajes y las aventuras y…au revoir!


M.M. llegó, y su cara de emoción al verme y al conocer la ciudad es una de las cosas que no creo que pueda olvidar. En ese momento pensé cuál sería su cara cuando llegara a ciudades como Viena o Budapest. Pero empecemos por Nitra. No sé cómo pudimos hacer tanto en un fin de semana. Ha pasado un mes desde que M.M. se fue y creo que no he hecho tantas cosas desde entonces. Ver Nitra intensamente, disfrutar del sol, de sus vistas, de sus cafés, de la capital de Eslovaquia y de la compañía de otros españoles: fue un fin de semana que me dejó seca. Y ya tenía que ir cambiando el chip, pues el cambio de rutina que me esperaba me iba a dejar más seca todavía. 

Bratislava
Bratislava
Zobor (Nitra)
Nitra
Y llegó el momento de Cracovia. Una ciudad de la que había oído hablar tanto y a la que le tenía tantas ganas no podía decepcionarme. Fue casi como Barcelona, la despedida, al menos, afín: qué maravilla de ciudad, qué ganas de volver, y no como turista. Sus rincones, sus monumentos, sus cafeterías, sus historias y, cómo no, los españoles que andan por allí, casi los mismos que puedas encontrarte en España, todo resumido en una palabra: qué fascinante barullo. 



Quiero resumir el viaje con esta fotografía que tomé en uno de sus bares:

Cracovia es una activa e intensa muestra de lo antiguo, de lo viejo: de una historia gris, triste, amarga, y por supuesto de lo actual: lo vivo, lo colorido, el intento por renovar, por modernizarse, por estar a la altura, por alejarse del estereotipo del Este. Cracovia es una porción de Polonia que abarca pluralidad, que te sumerge en su historia en un ambiente moderno, vivo, una ciudad justa con sus protagonistas, donde cada polaco, a su manera, aporta color, ruido, embriaguez y sobriedad, música, color, flores, olor, todo en una misma plaza.

M.M. y yo compartimos habitación con otros tantos viajeros y visitamos cada rincón de la ciudad hasta casi conocérnosla, podíamos incluso ir andando por ella sin mapa. Además, la ciudad nos puso también fácil el encontrar sitios GLUTEN FREE, porque M.M. es mi dulce celíaca y cuando viajamos juntas vamos avanzando por los lugares buscando puntos que parpadean en verde llamándonos en un suave susurro: “tenemos comida sin gluten”. Parece mentira, pero en Cracovia tuvimos más suerte que en Mallorca.

Por supuesto pasamos por Auschwitz: visita obligatoria, al igual que el museo de la fábrica de Schindler, un paseo por la historia de la ciudad, desde el 39 al 45. Una historia de muchos, cada uno de ellos protagonistas. Recorrer un campo de concentración es viajar al pasado rodeado de silencio, donde a cada paso te imaginas una gran muchedumbre de seres aparentemente humanos; puedes incluso imaginar su respiración temerosa, sus ropas raídas, sus lágrimas cada noche, cada amanecer. Puedes hasta sentirlo más tangible cuando recorres las habitaciones, las camas, la montañas de pelo que aún se encuentran intactas, trenzas inmaculadas, amontonadas, jamás olvidadas. 

Discutimos aquí sobre el llamado turismo macabro que se viene dando y difundiendo, ahora más, a través de las redes sociales desde hace bastantes años. "Tengamos visible la historia para no volver a repetirla". Sí, totalmente de acuerdo pero, ¿hasta qué punto? ¿cómo gestionar esas visitas? ¿está bien ponerle precio a un lugar que fue tan dañino para unos y tan vergonzoso para todos? ¿de qué manera nos interesa esta parte de la historia? ¿es posible fotografiar Auschwitz al igual que la Torre Eiffel? 

El fin de semana del 9 al 11 de septiembre fue maravilloso. Además, el tiempo acompañó de una manera casi inverosímil teniendo en cuenta mi última visita a Polonia en agosto, donde me acompañaban un polar, pañuelos y jerseys. Cracovia es el fin de mi ruta por Polonia. Y no ha podido ser mejor. Gracias, M.M., por acompañarme y hacerlo posible.


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