lunes, 29 de agosto de 2016

Un paseo por la ciudad

Llevo un mes en Nitra, un mes en el que básicamente me he dedicado a gastar. Gasto sin trabajar pero paradójicamente también cobro sin trabajar, lo cual no está del todo mal. Ha sido un mes de soledad, tristeza, añoranza, decepción, melancolía, ilusión. Dicen que lo real siempre va más allá de lo que podamos imaginar. Y por ello, todo lo aquí escrito parte de la realidad, aunque pido disculpas por adelantado, ya que el recuerdo de las experiencias que cuento me llevan a exageraciones, desorden, demoras o discordancias temporales.

Es probable que esta sea una de las entradas más importantes, porque si bien conté cómo era mi camino de casa al trabajo, me gustaría mostraros también, a través de un escueto paseo virtual, la ciudad donde vivo.

     1.- Una de las primeras cosas que visité al llegar a Nitra fue la Ciudad Vieja (Staré Mesto), dominada por el Castillo (Hrad), que es uno de los complejos arquitectónicos antiguos más interesantes de Eslovaquia, lo que encaja muy bien con la importancia histórica que tiene la ciudad.

En esta foto podéis ver al fondo el Castillo de Nitra, también conocido como Catedral de St. Emmeran, y la Columna de la Peste; columna barroca dedicada a las epidemias provocadas por la peste bubónica entre 1710 y 1739. Encontramos otras muchas columnas como estas en importantes capitales como Praga o VienaLas columnas se caracterizan por contener material de mármol, bronce y cobre dorado.

 

Otro de los edificios importantes de la parte antigua de la ciudad es un enorme seminario que ocupa gran parte de la plaza principal (Plaza de Pribina). Se trata de un edificio neoclásico que alberga la Facultad de Teología de la Universidad Comenius de Bratislava. Allí se encuentra la Biblioteca Diocesana, que contiene valiosos libros en latín, alemán y húngaro.

                                          

También encontramos la escultura de Corgoň. Vamos a acercarnos un poco más a su historia. ¡Atentos!: Corgoň era un hombre que habitaba la antigua Nitra, poseía una enorme fuerza, claro, es que el hombre era herrero, medieval y eslovaco, todo un macho. Cuenta la leyenda que cada vez que Corgoň golpeaba un trozo de hierro con su martillo, temblaba Nitra. Corgoň vivía en la zona alta de la ciudad, muy cerca del Castillo. Un día, cuando aparecieron los turcos para conquistar la ciudad y se disponían a atravesar las murallas de su Castillo para apoderarse de él, apareció el musculoso Corgoň y venció a los turcos lanzándoles enormes rocas que arrancaba del suelo. Las levantaba con sus fuertes brazos y las hacía volar por encima de unos asustados invasores que no tuvieron más remedio que salir huyendo.

En honor a tan honrosa hazaña, la ciudad de Nitra impuso su nombre a la cerveza más famosa del lugar y erigió una estatua del herrero en la fachada de uno de los edificios de la famosa Plaza de Pribina.

                                                                             
                                   


Y aquí el Castillo de Nitra:


                                          


Si llegáis a este punto de la ciudad vieja, tenéis que deteneros a apreciar las atractivas vistas, donde también podéis encontrar rinconcitos para perderos, relajaros y sentir que estáis en una ciudad totalmente diferente. Dicen que antes de mirar hay que aprender a cerrar bien los ojos. Este no sería mal momento para intentarlo.

                                      

                                          

                                          

                                                  

     2.- Vayamos ahora al centro de la ciudad, donde tiene especial mención el centro comercial Mlyny, que ocupa la parte céntrica y cool de la ciudad. Aquí los jóvenes se reúnen, los consumistas (o sea, todos) consumen y operan aquellos que tienen como hobby dedicarse al hurto. 

Si seguimos por esta zona, encontramos la conocida calle peatonal de Nitra, un transitado lugar lleno de tiendas que finaliza en la plaza donde se encuentran el Teatro de Nitra, correos, la oficina de turismo, hoteles y  una variedad de restaurantes (hasta aquí han llegado los indios, los chinos y cómo no, los italianos). Pero no os penséis que esta es la parte cara de la ciudad. Aquí te puedes encontrar desde tiendas de segunda mano, pasando por comercios de toda la vida, hasta terminar en locales hipster de venta de té.

Esta es Nitra, la ciudad de los encantos que puedes ver en un solo día: 


     3.- Para demostraros que Nitra es una ciudad viva y que los estudiantes Erasmus no se aburren, os aseguro que fiesta hay, y aunque los eslovacos desayunen a las 6:00 (cerveza), almuercen a las 11:00 (con otra cerveza) y cenen a las 18:00 (rematando con la postrera cerveza), si te quieres tirar hasta las seis de la mañana, podrás hacerlo.

Además, si os encontráis en verano (como es el caso), hay acogedores lugares como Hide Park, donde se organizan diversos festivales. ¡Hay incluso un grupo de batucada!

                                      
                                     
Ese momento en el que hay gente alrededor, tocas, te motivas y te sientes músico por un día.

     4.- El río Nitra tiene una longitud de 197 kilómetros (que se dice pronto) y es afluente de otro río que a su vez confluye con el Danubio. No deja de darle encanto a la ciudad, dejando unos paisajes y unas fotos...irresistibles:

                                

     5.- Ahora le toca el turno a Kalvária, o en español Calvario que, por intuición, no creo que estéis pensando en nada agradable. Y, cómo no, la religión está por medio. Calvario es un lugar histórico que al principio se asoció a una colina y después a una montaña. Significa 'calavera' y se asocia con los cerros o montes en los que se amontonaban las calaveras de los condenados que habían sido ejecutados. Al haber sido crucificado Jesús de Nazaret en un lugar con tal nombre y al haber padecido todo ese sufrimiento, se comenzó a utilizar el término para describir cuando se vive una serie de pesadumbres o desgracias, lo que ha dado pie a expresiones como "vivir un calvario" o "estar pasando un calvario". Es pues la colina que recorrió Jesús con la cruz, donde se encuentran los doce momentos más importantes de su pasión.

Kalvária se sitúa en la colina rocosa dominante del mismo nombre en la parte sureste de la ciudad de Nitra. Hay doce pequeñas capillas con imágenes que representan los doce momentos de los que os hablaba:



Llegar hasta arriba, como el propio nombre indica, es todo un calvario, y ya ni me imagino la gente que sube rezando. En lo alto de Kalvária hay una vista panorámica de Nitra y Jesús de Nazaret crucificado con los otros dos malhechores. 

     6.- La última zona importante de la ciudad de la que os quiero hablar es Zobor. La colina de Zobor (586 metros), que se puede ver desde cualquier punto de la ciudad. Voy a hablar de esta colina contándoos cómo llegué hasta lo más alto y característico de ella: Pyramída, un transmisor de radio y televisión de Eslovaquia. Ahora lo pienso y no sé ni cómo me atreví, sola, con todas las señales en eslovaco y hablando cinco palabras del idioma con tres de ellas mal pronunciadas. Creo sin duda que fue posible ya que la ubicación de mi piso me preparó, Kalvária me encaminó y Zobor me lo confirmó. 

Todo comenzó un día que me decidí a hacer algo de deporte. Pensé en hacer senderismo y qué mejor momento que aprovechar y subir a Zobor, que era una de las últimas zonas de la ciudad que me quedaban por ver. 


Antes de llegar al bosque y subir la colina, hay un camino que te lleva al barrio de Zobor, donde vive la gente con pasta, vamos a llamarlo el "Pedralbes" de Nitra:



Entonces comienza el momento de subir. Qué bien, buen tiempo pensaréis, es Eslovaquia, no puede hacer calor. No me imagino subir esto en cualquier sierra de España algún día de agosto, la verdad. Pues aquí sudé, sudé como un maldito pollo. 


Me encontré con un monasterio o, mejor dicho, con sus restos.


Había calculado una hora más o menos desde que me adentré en el bosque hasta llegar a la cima, llevaba unos 45 minutos y la poca agua que me quedaba me iba poniendo más y más nerviosa. Era un pollo deshidratado y, de repente, veo una señal: Pyramída 500 metros. Un esfuerzo más siguiendo la luz y... ¡LLEGUÉ!













Estuve poco tiempo en la cima pero ¡qué pasada de vistas! ¡Valió la pena sin duda! 




He de decir que el espíritu deportivo me duró poco y que al día siguiente estaba contando mi hazaña con una merecida copa de helado con nata y fresas:



lunes, 22 de agosto de 2016

El viaje a Polonia (1)

Ha sido un viaje excepcional. Jamás seis días dieron para tanto. Para tantas emociones, para tanta información, para tanta belleza y tantos contrastes, cosas por descubrir, historias que escuchar y que contar. Sin duda, las horas de autobús han valido la pena. Y de qué manera.


En el trayecto atravesé tres países en apenas unas horas. La forma de las nuevas tecnologías de avisarte de esto es la siguiente:

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El primer destino fue Poznań, una de las más antiguas y grandes ciudades polacas, capital de la región histórica de la Gran Polonia. 

Poznań fue la capital de Polonia en el siglo X, su fiesta más importante es la de San Martín y de lo más significativo de la ciudad es la plaza del Ayuntamiento. Además, en la ciudad no pudo faltar...



En la plaza del Ayuntamiento, a las 12.00 AM de cada día, llueve, truene, caiga la nevada más grande de la historia de Polonia o apriete el sol como nunca lo haya hecho en los países eslavos, dos cabritas luchadoras salen de encima del reloj situado en la torre del Ayuntamiento y chocan sus cuernecitos mientras la gente de la plaza, cuenta, según qué idioma, 1, 2, 3... hasta doce. Sí, doce cornadas como las doce uvas, las pobres cabritas no se gastan los cuernos, y se cornean doce veces cada día. Detrás de esto no puede haber otra cosa que una leyenda, que en este caso es la siguiente: 

Una vez estaba un cocinero preparando un banquete para el gobernador de la ciudad, pero el ciervo que estaba preparando se le quemó. Por temor al castigo del gobernador, el cocinero decidió sustituir el ciervo por un par de cabras; sin embargo, estas se le escaparon y, al llegar al Ayuntamiento, empezaron a luchar entre sí. El gobernador, divertido por el espectáculo que habían dado las cabras, decidió perdonar al cocinero su descuido y ordenó fabricar dos cabras mecánicas y colocarlas en el reloj para recordar ese episodio a diario.
He aquí las famosas cabritas que hacen un poco más característico el típico souvenir que puede comprarse en la ciudad:

Fotografía de Wikipedia

Pero no os preocupéis, que para quien esté pensando que viajar a Poznań sale demasiado caro para solo ver las cabritas, os dejo un homemade vídeo (con risas mías incluidas, era inevitable, demasiada emoción, las doce uvas en pleno agosto):




Os dejo otras fotos de la plaza del Ayuntamiento:


Las simbólicas cabritas
En cuanto a la fiesta de San Martín, para entenderla mejor, nos metimos en "El museo del croissant", pues los croissants tienen un papel fundamental en la festividad. Su visita consistía esencialmente en hacer uno y después comerte una muestra de otro (hecho en condiciones). 


Para los realmente interesados en la leyenda, el por qué de esta festividad y para los que quieran corroborar que sí, que la religión ni a los dulces puede dejar tranquilos, os dejo una maravillosa explicación de Viajeros.com (editada un poco, pues no me parecía lo más correcto dejar pagano con tilde):
San Martín fue un obispo procedente de Tours (hoy en Hungría). Nació entre el año 316 y 317 y es uno de los santos más famosos de Europa. Es patrón de los soldados de la Iglesia Católica y santo de la Iglesia Ortodoxa. Según dice la leyenda, un invierno muy frío, San Martín se encontró con un mendigo casi desnudo y decidió darle su propio abrigo. Una noche después, en sus sueños, Martín vio a Cristo vestido con su abrigo que decía a los ángeles: "Miren cómo me ha vestido Martín". Este acontecimiento lo inmortalizó en sus lienzos el pintor español El Greco
Un año, el párroco de la Iglesia de San Martín, ordenó a los fieles que hiciera algo bueno por sus prójimos siguiendo el ejemplo de San Martín. Así, cierto propietario de una pastelería decidió compartir sus croissants con la gente.
El señor, llamado Melzer, los vendía a la gente rica y se los regalaba a los pobres. En realidad, gracias a este suceso, la Iglesia Católica adoptó el acto pagano para su uso, que consistía en las ofrendas entregadas a los dioses en otoño; compuestas del buey o del pastel en forma de su cuerno. Además, el croissant también simboliza la herradura que perdió el caballo de San Martín. 
El culto a San Martín sigue vivo en Poznań desde hace siglos. Cada año, el 11 de noviembre se organizan muchos festivales por las calles. Pero... ¿qué tienen de especiales entonces estos croissants? Sí hombre, sí, cómo no me iban a perseguir a mí las semillas de amapola... ¡El relleno es de semilla de amapola blanca! ¡Pero qué felicidad por favor! ¡Qué sabor tan exquisito! 



Poznań es una ciudad preciosa, además, me hizo sentir como en casa... sí, sí, no os engaño: ¡hasta tiene una Fuente de los Leones!











Y la comida... eso sí que ha sido una auténtica delicia. ¡Qué bueno estaba todo! (Absténganse aquellos que tienen sitofilia.)

















El siguiente destino fue la región de Pomerania, situada en el norte de Polonia, o sea, que he estado en el Mar Báltico y sí, los polacos van a la playa. 


La primera ciudad que visitamos fue Gdanskuna pasada de ciudad y por supuesto, con más españoles casi que polacos, que no son los únicos que van al norte en verano porque en invierno allí cuatro pescadores... y poco más. Visitar esta ciudad, la más importante de la región, fue una mezcla entre lo alemán, lo holandés y lo vikingo, algo que no te dejaba terminar de aclarar dónde te encontrabas.




Después visitamos la península de Hel o, lo que es igual, en polaco: Mierzeja Helska, que pronunciado a lo andaluz sería "Miehda secah", así que vamos a dejarlo en península de Hel. El caso es que allí vimos de todo. Desde visitar un faro, un búnker de la II Guerra Mundial con muros de dos metros de ancho (entrar dentro fue algo realmente escalofriante), hasta ver un show de focas y estar en la playa... un rayo de sol uooooAunque el día finalizó con una tormenta que casi nos hace volver en canoa a coger el tren para el próximo destino: Gdynia.




Y, al día siguiente, llegamos vivas a GdyniaAunque del trayecto en tren no quiero relatar demasiado... solo diré que parecíamos sardinas en lata. Unas más borrachas que otras, porque Polonia y la bebida no iban a ser una excepción. Lo que quiero decir es que hasta los propios polacos estaban sorprendidos de la situación. El tren que nos llevaba a Gdynia venía con una hora de retraso, así que nos aferramos, LITERALMENTE, a otro que iba a Cracovia pero que paraba en Gdynia. Esta idea no solo se nos ocurrió a nosotras, por lo que el tren iba tal que así:


No quiero que mi queja parezca demasiado excesiva, pero ciertamente el viaje de más de una hora de pie, donde lo único que podías mover eran los párpados, fue objetivamente estresante. Además, en esa hora aprendí todos los tacos en polaco que existen. 

Una vez en Gdynia y viendo que ya era el último destino... no pudimos haberlo hecho mejor. ¡Qué preciosidad! Pasamos de ver un barco de la II Guerra Mundial, a un acuario donde estaban Nemo y Dori y a terminar en un paseo marítimo que pude guardar en unas fotos muy majas y, os lo prometo, no es un cuadro. Pero sería uno maravilloso. Pude sentir, como dice Amaral, el universo sobre mí, como un náufrago en el mar, donde yo sí, encontré, en ese instante, mi sitio.









Mi viaje de casi una semana por Polonia termina poco más o menos como empezó. Con 1837654179834 horas de autobús. Además, amanecí una ciudad (Katowice), donde, siento romper el hilo poético, entré en McDonald's para asearme como si no hubiera mañana. 

Por supuesto, esta entrada va dedicada a la persona que ha hecho posible cada aventura y cada momento de este viaje, a la que me ha contado cada historia, cada leyenda, la que ha hecho posible que haya estado en el mismo lugar que grandes personajes históricos (unos más queridos que otros) como Hitler, Napoleón o Chopin. A ella y a su familia, miles de besos y recuerdos. Gracias, Monika. Gracias por aguantarme con frío, con calor, sin ganas, con un dolor de pies inhumano, con cansancio, con desesperación, gracias por animarme y enseñarme tanto y tan bien tu país. Mi único deseo ahora mismo es volver.